martes, 18 de marzo de 2014

El Jefe del Campamento, al aparato


- “¿Yo? ¿Seguro? Sólo estoy en segundo curso del Seminario… espera… ¡¿El rector del Seminario no habrá cometido la desfachatez de decirte que sí?!”
- “Pues claro… Al rector del Seminario le ha parecido estupendamente. Tienes experiencia más que de sobra…”


Así fue como me enteré de que iba a ser el jefe del Campamento de la Acebeda 2014. Fue una experiencia casi mística, porque inmediatamente me acordé de muchísima gente (el cura del campamento y su familia, mi rector y su familia, etc..) y me puse a rezar por todos aquellos que se iban a ver afectados: monitores, niños, etc. Enseguida, los primeros agobios se disolvieron en cuanto Dios, que todo lo puede y quiere que me abandone en Él, me hizo saber en la oración que Él me ayudaría, si confiaba en Él. Y yo confío, ¡cómo no!

Meses después de esa sorpresa (“Déjate sorprender”, dicen, ¿no?), he de decir que doy gracias a Dios por haberme confiado esta tarea. Porque ser jefe no es un privilegio, sino un servicio, que te permite descubrir o conocer mejor los talentos de muchas personas (por encima de todo, los monitores) que se involucran en la organización del campamento; personas excelentes, involucradas ya en la parroquia, cercanas al Señor que, por eso mismo, ponen sus dones y habilidades al servicio de Dios para llevarle a Él a los niños que asistirán. En la cercanía de la colaboración, se puede ver cómo actúa Dios en sus vidas. Ser testigo de esa obra, de la labor del Espíritu Santo, es un auténtico regalo del Señor.

Y sí, claro, hay mucho que hacer. Pero ¡con Cristo todo es posible! ¡Él es el verdadero y único JEFE del Campamento! Así que aquí nos tenéis, embarcados ya en la puesta en marcha, eligiendo el tema, repartiendo funciones, cerrando presupuestos, promocionando ya el campamento… Y rezando desde el principio por los niños y niñas que asistirán, los padres que nos confiarán a sus hijos, los monitores que participarán y todas las personas que, de un modo u otro, están involucradas en esta misión.

Os pido que recéis por nosotros: encomendadnos a María, nuestra Madre, que siempre vela por nosotros y que está muy interesada en que todo salga bien. ¡Nuestra Señora de la Asunción, ruega por nosotros! ¡Intercede por nosotros para que el Señor nos haga a todos –niños, monitores, jefes y cura- más íntimos suyos, más santos, en este campamento!

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